miércoles, 26 de febrero de 2020

Me parece que Unamuno lo llamaba "ubifobia" porque este escritor inventaba muchas palabras. Ubi significa dónde, de ahí las palabras ubicación y otras. Y fobia, claro, significa odio. Yo, por las mañanas, siento ese deseo inconcreto pero lastimoso de estar en otro lado, de haberme despertado en una ciudad más antigua, más moderna, más vistosa o en una casa de campo con toda la naturaleza haciéndola marco para despertarme y soñar con ver cosas nuevas.
Así, día tras día. Pero hoy no. Hoy no he sentido esa necesidad de ubicarme con la mente en otro sitio más adecuado para mi felicidad. Además, hoy no he estado ni feliz ni triste, sentimiento ecuánime muy poco común en mí.
He oído en internet esta mañana a un señor que habla de la mente y de cómo podemos ser mejores,de cómo debemos aprovechar nuestras oportunidades, etc., etc. A lo mejor ha influido en mi tranquilidad de vida de hoy.
Lo peor que llevo es que no tengo historia; o sea, no tengo idea que convertir en una novela. Me he puesto a escribir algún fragmento de algo pero no ha tenido valor. Y a mí eso de ir dando vueltas a un personaje o a un argumento de novela me distrae y me  hace pasar la vida mejor.
Ojala todos los días fueran así: sin lamentos existenciales, sin ubifobias, sino con ubifilias felices. En fin, mañana será otro día.

martes, 25 de febrero de 2020

Antes de que saliera mi hermano del hospital, íbamos todas las tardes a las seis a ver a unas mujeres de cincuentatitantos a ver qué nos contaban mientras tomábamos un café. A una de ellas le venía de perlas porque me parece que a esa hora dejaba de trabajar en casa por ordenador, se tomaba su café y encima tenía conversación (nuestra conversación). La otra mujer solo callaba y comía pinchos o se bebía un zumo de naranja. Es que nos partían la tarde por la mitad. Nos jodían la tarde. Pero como no teníamos otros amigos... Estábamos todo el rato después de comer, yo a mi hermano o mi hermano a mí: "¿vas a ir a ver a fulana?" y siempre, siempre, la respuesta solía ser: "sí". Ya le habíamos contado a esas dos mujeres hasta el número del carnet de identidad pero seguíamos yendo y rompiendo la tarde en ese bar de siempre. Añádase a esta martingala el hecho de que por allí empezó a aparecer un tipo que decía que era muy católico pero que su única preocupación era el dinero, dinero que no le duraba nunca ni un día en el bolsillo, siempre estaba con el rollo del dinero a vueltas. Y encima, otros días venía con el rollo de que había regañado con su madre o había intentado suicidarse, todo para sacar dinero o a su madre o a quien fuera. Yo le tenía casi odio a ese tío problemático, imbécil y dilapidador de todo lo que caía en sus manos.
Cuando Paco salió del hospital decidí no volver por allí y no hemos vuelto y nuestras conversaciones (entre mi hermano y yo) ya no son sobre ese indigno amigo.
Otro grupo de gente con los que solíamos charlar también los hemos dejado de lado porque no aportaban nada.
Ahora estamos los dos mejor solos que mal acompañados y podemos seleccionar a los amigos posibles con algo de criterio pues la gente con la que nos juntábamos no merecían la pena.
Los amigos son pocos los de verdad. Los de mentira abundan sobremanera.

sábado, 22 de febrero de 2020

Me estoy leyendo "Diario de un ladrón" de Danny King. Es una historia verdadera de un ladrón de casas. No está mal. Tiene momentos muy divertidos. Fue un éxito de ventas en su día. Luego, me estoy leyendo toda la serie de novelas de Torquemada, de Benito Pérez Galdós. Está muy bien. Ayer fumé demasiado y hoy quiero fumar cada media hora o más.
Ayer fuimos a Villalba a dar un paseo. Fuimos en tren. Nos metimos en un restaurante y yo no cené del todo bien. Había un concierto en una carpa totalmente blanca. Yo me sentí bien al oír la música que venía de esa carpa. Paco y yo hemos dejado de lado unos amigos que demostraron no ser tales. Mejor. Así tenemos más tiempo para nosotros. Esta semana también hemos ido a Las Matas una tarde que hacía muy buen tiempo y hemos dado unas vueltas por ese pueblo. Hoy vamos a comer patatas con bacalao que hice el jueves. Hoy voy a oír una chirigotas en un centro de Aluche, tengo que ir hacia allá a eso de las cinco de la tarde. Espero que estén bien. Es una actividad del "tú decides". El caso es ir pasando el rato.
La vida no ofrece grandes festejos ni grandes risotadas a cara llena. Solo un poco de entretenimiento y una poca de conversación con mi hermano.
Hace mucho que no voy a ninguna fiesta, con gusanitos y coca cola.
En fin. La vida va pasando.

miércoles, 19 de febrero de 2020

La próxima novela que haga va a ser de un protagonista femenino. Flaubert ya lo hizo con Madame Bovary. No me pongo en absoluto a la altura de Flaubert, claro, pero lo que yo narre puede ser una buena intentona. Clarín lo hizo con la regenta de Oviedo y ya puestos, criticó como nadie la sociedad decimonónica. No me voy a comparar con Clarín, claro, pero haré todo lo posible para que mi personaje mujer sea muy interesante. Lo primero sería meterme en la piel de una mujer excepcional por algún motivo. Por su manera libre de interpretar y actuar en el mundo. O por su debilidad ante los hombres, de la que se libra en un acto de valentía. O por su catastrófico gestionar del día a día que la convierte en una víctima de esta vida loca que llevamos. O por su libertad sexual que la hace meterse en charcos de la que sale dolida y atormentada por la opinión del vulgo o por la difamación vía redes sociales. O una mujer tan bella, tan armoniosa de mente y cuerpo, tan culta, tan extraordinaria que esa manera de ser tan excepcional le hace vivir las aventuras más inverosímiles de este siglo XXI.
O quizás mi protagonista pueda ser vulgar, normal como cada hijo de vecino pero la conjunción de los astros le permite gozar de una vida altamente literaria y emocionante.

martes, 18 de febrero de 2020

He estado viendo en YouTube la forma en que una idea se transforme en un argumento de novela. Este tema no parece interesar a mucha gente; aún así, hay como cinco o seis youtuberos que tratan de explicarte que una idea que se mete en tu cabeza y se convierte en una especie de obsesión, debe volcarse en la página en blanco y convertirse en un relato.
Luego, he leído un libro llamado "Cómo ganar amigos" de Dale Carnegie. Es un libro de ejemplos cuya mayor moraleja es que si nosotros empezamos a preocuparnos de los demás, los demás se preocuparán por nosotros. O así lo he entendido yo. Un dato de este libro es que se hizo un estudio de la "Telefónica estadounidense" grabando 500 conversaciones. La palabra que más se usaba en esas conversaciones era "yo". Además, dice Carnegie, el 95% de nuestros pensamientos tratan de nosotros mismos. Creo que es hora de que nuestros pensamientos se dediquen a las demás personas. Carnegie pone un montón de ejemplos de vendedores o padres de familia que tenían problemas para que se cumplieran sus deseos en cuanto a los posibles compradores o sus hijos y que, una vez que esos vendedores o padres de familia dejaban de pensar en ellos (en su beneficio) y pasaban a interesarse por el beneficio de los compradores o sus hijos, los objetivos se cumplían. Porque hay que pensar: qué necesita el otro de mí. No: qué hago en mi propio beneficio.
El libro que voy a escribir pretendo que sea como una especie de guía para el que lo lea, que se extraigan de él algunas ideas para mejorar en la vida pues así veo yo que mi libro es útil y no solo cuenta una historia que entretiene. A ver si lo consigo leyendo libros como el de Carnegie y otros autores que se preocuparon por la felicidad de los demás. 

jueves, 13 de febrero de 2020

Ya me pasó la otra vez que cuidé de mi hermano cuando tuvo una crisis, allá por semana santa de 2018, que me sentí muy seguro de mí mismo quizás por haber superado una prueba difícil. La verdad es que es difícil cuidar a un enfermo mental: tiene ideas raras y puede tomarla con uno. Después de haberle cuidado me sentía muy orgulloso de mí mismo y me sentía muy liberado y me sentía muy importante y sentía que había pasado por una experiencia por la que no pasa mucha gente. Quizás me sentía especial por todo lo que me había pasado.
Entonces, esta vez fue igual: yo estaba exultante de mí mismo cuando ya mi hermano podía estar solo sin peligro de que hiciese alguna cosa rara. Pero todo pasa y después de esos días de plenitud personal, ha venido una murria, una tristeza y una caer del caballo de donde estaba subido.
Y ahora la vida ya no tiene nada de especial. Más bien al contrario. Yo veo gente que está en una onda de alegría y de pasarlo bien porque no tienen torturas mentales ni cambios de humor bruscos como yo tengo y así me va. Envidio a aquellos que no tienen cambios emocionales fuertes de la alegría o el equilibrio personal a la melancolía como tengo yo por culpa de esta enfermedad asquerosa que hace que pases dos semanas muy seguro de ti y luego estés un mes lloriqueando internamente por culpa de la tristeza que se te cuela en el alma.
Mi hermano es distinto: ni rie ni llora pero es insensible a todo.
Con una cosa o con otra hay que vivir pero no es lo mismo que esa persona que tiene el cerebro bien.

lunes, 10 de febrero de 2020

Me he sacado de la biblioteca un libro de Carlos Fuentes, el escritor mexicano, que se titula "Cantar de ciegos". Es un libro de cuentos. Tambien he sacado el libro "Plaza del Castillo" del autor Rafael García Serrano. A ver cuál de los dos me gusta más.
En cuanto a la vida en general, parece que España va tirando con un gobierno entrampado con ilegales y delincuentes.
Yo, eso del diálogo no lo veo del todo mal si funciona. Si no funciona, volver a la legalidad y los presos, en la cárcel.
El otro día vi una estadística en la que se decía que más del 50% de catalanes no quería ser independiente. Normal.
Por otro lado, me estoy leyendo también "Más allá del invierno", de Isabel Allende y es bueno.
En España, dijo el autor de "Plaza del castillo", se sigue a las personas, no a los parlamentarios.
Los parlamentarios de hoy en día están muy divididos, no van a una y nos hacen votar demasiadas veces. Son absurdos.
En fin, a lo mejor compongo una gramática, no sé cómo pero a lo mejor compongo una gramática.

lunes, 3 de febrero de 2020

He estado leyendo y oyendo cosas de Irene Montero. Lo que dice esa señora es demencial y lo que hace, también. Son piojos resucitados ella y su marido. No sé qué índice intelectual tienen los dos pero sí que sé el jetómetro que se gastan. Se alían con el bocadillo fantasmal y la abuela que dice "no tengo hambre" al nieto para fabricar mentiras como rosquillas. Vale que en España, a lo mejor todavía un niño o una abuela pasa hambre pero es difícil de creer. Yo vi una peli hace tiempo que me quitó el sueño. Literalmente. Me quedé toda la noche sin dormir. Se llamaba "Techo y comida" pero lo que hay que hacer con los que no tienen ni techo ni comida es ayudarles desde las instituciones pero no ponerlos como escaparate para decir que los poderosos oprimen al pueblo. Decir que los bancos e inditex son un problema es de hijos de puta. Y decir que los niños tienen que tener una educación feminista es de hijos de puta también.
Los niños tienen que tener una educación y un ejemplo de su profesor y de sus padres. Punto y pelota.
Me imagino que en Podemos hay cada asqueroso que me dan ganas de vomitar.
Se alían en la mentira, en la polarización, en acusar siempre al contrario. Son unos sinvergüenzas.

domingo, 2 de febrero de 2020

Cuando se pasa mal, luego se disfruta mucho pasándolo bien, como yo lo he pasado estos días en los que ya no me tenía que preocupar de Paco. Paco ha tenido unas ideaciones raras de Satanás y el diablo y Cristos por aquí y Cristos por allá pero se le ha ido pasando. El peor día fue el viernes de la otra semana en que me acosó fuertemente y me echó la culpa de todos sus males, recordándome a mi exnovia, recordándome ciertos agravios que según él yo le hice. Tuve que firmar unos cuantos papeles encabezados por la entradilla de "pido perdón".
Luego se ha ido centrando hasta recobrar la querida cordura de cabeza y corazón.
Y yo he disfrutado estos días de liberación como un enano, con una sensación de paz y tranquilidad pasmosas.
Ya vendrá algún gilipollas a enturbiar la paz en que vivo.
Todavía quedan flecos sueltos que resolver por culpa de los engendros pero bueno, se resolverán.