viernes, 30 de diciembre de 2016

No quisiera despedir el año sin escribir un blog de estos aunque solo fuera para entretenerme. El año pasado yo no lo recuerdo con especial fervor. Recuerdo un verano muy caluroso metido en mi casa como un ermitaño. Recuerdo que no me salía la escritura y tuve que conformarme con historias cortas. Eso es el año mirado desde el 30 de diciembre: una historia corta y casi olvidada.

Este calor que luce por plazas y por esquinas desvirtúa bastante la navidad, esa navidad en que la familia se reúne y no sabe muy bien por qué.

La mayor parte de mi familia, cuando cena en nochebuena tiene la cabeza en otro lado, es como si hiciera un ejercicio de meditación trascendental que le transportara a otro sitio mientras come langostinos y bebe vino aceptable.

Espero que la cena de nochevieja, esto de la navidad va por noches y por mediodías que se repiten, la gente se centre un poquito y dé cancha al abuelo o al cuñado que está deseando enzarzarse en alguna discusión provechosa o en algún recuerdo de cuando era mozo, en fin.

Feliz año a todos los que me leen y no pierdan, como yo, todo el espíritu de navidad de golpe.

jueves, 22 de diciembre de 2016

El lunes pasado fui al pueblo a un funeral por un amigo, Eliseo. El pobre ha tenido que luchar por una enfermedad desde el verano. Al final, ha tenido que desistir. Era muy agradable charlar con él en el bar. Siempre atento y simpático conmigo y con mi hermano y con toda mi familia. Su recuerdo de buena persona perdura en mí. Siempre fue un hombre dado a la broma y a la amistad más sincera. En fin, descanse en paz.
Hablamos Paco y yo de que el espíritu de la Navidad ha desaparecido, ha desaparecido esa alegría que acompañaba estos días. La gente se ha vuelto desconfiada y falta de espontaneidad.
La gente tiene ganas de sonreír y de contar sus cosas a otra persona pero el ambiente no se lo permite.
Solo algún borrachín se vuelve más locuaz de lo normal y habla en una tasca sin problema ninguno.
Pero lo normal es que la gente vaya de dos en dos o de tres en tres, formando corrillos de difícil penetración para los demás.
Es muy difícil que alguien se arranque con un villancico porque suena casi raro, como una excentricidad.
Se lleva el comportarse discretamente, no llamar nunca la atención y no mostrar alegría, aunque se tenga.
Bueno, el caso es que a mí estas Navidades descafeinadas no me van. No se hacen nuevos amigos, no se disfruta, no se expresa la alegría que uno pueda tener por dentro.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Ayer domingo me fumé solo cinco cigarrillos y me conjuré para no fumar más. Hoy lunes solo llevo tres cigarrillos en todo el día.
Esta tarde y por la noche procuraré no fumar.
De repente pienso en la glorieta de Quevedo: qué pintoresca es, me gustaría estar andando por ella pero necesito una mínima excusa.
Siento que es importante dejar de fumar.
De repente pienso en las cosas simbólicas buenas que tiene la Navidad y me crezco, me vengo arriba sintiendo el suave tacto de un niño que nace y la pasión tranquila de las luces sobre un pino y la dulce mansedumbre de un camello que lleva incienso para el rey de los cielos.
La vida surge como de entre las horas tontas de la mañana o de las horas relajadas de la tarde pero nosotros no podemos descansar de nada. Tenemos siempre que llenar el vacío de la existencia lavando la ropa, llevando a los niños al parque o fumándonos un cigarrillo. Hay que llenar el tiempo como sea. No valemos para estar mirando al óleo ni un minuto.
Y así nos va, que no dejamos perder el tiempo, no dejamos que el tiempo pase a su gusto sino que debemos hacer algo, cumplir una función como el sujeto o el objeto directo cumple la suya y no estar ociosos nunca. Miedo al vacío.

Siéntate y espera. El silencio será tu quieto aliado.


viernes, 9 de diciembre de 2016

Ayer no cogía yo el sueño porque un personaje de mi novela me rondaba la cabeza. Tenía que trazar su recorrido vital y después de darle muchas vueltas, me lo inventé de cabo a rabo. Un día de estos pondré por escrito todo eso que me bullía ayer noche. Me dormí a las dos de la mañana o cosa así. Pero no estoy muy acorde con algunas cosas que inventé, no me parecen verosímiles y creo que debo sacrificar algunas invenciones para que el personaje resulte creíble. Los escritores nos debemos a la verosimilitud aunque escribamos de zombis. Todo debe parecer real, que pueda existir en las páginas. Por eso no debemos caer en la incoherencia, en que la historia chirríe.
En mi vida no me han dado nada gratis excepto los mil duros que me daba mi padre cuando estudiaba. Lo gastaba todo prácticamente en libros. Cuando dejé de estudiar y empecé a ganarme la vida, el dinero y mi móvil fueron como una salida hacia el exterior. Me sentí libre. Y mis deseos de ser escritor, que nunca me han abandonado, hicieron que yo tuviera siempre una meta, a pesar de que el camino no esté muy bien señalizado. Publicar es difícil pero como algún día yo publique algo de importancia, me sentiré el hombre más feliz del mundo. Porque ver un libro mío en el escaparate de un librería es el sueño de mi vida.

No dejes de soñar para seguir viviendo.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

A punto de hacer unas sopas de ajo, he estado revisando mis cuarenta páginas de mi novela y hay algo que no encaja bien. Yo creo que es la transición entre un tema y otro, entre una reflexión y una actividad que realiza mi personaje. Mi personaje es un hombre mayor que vive en una residencia pero es demasiado inquieto para vivir en ella. Cuento su pasado, claro, pero su presente se me escapa.
Un día yo me apunté a clases de escritura. Básicamente, lo que había que hacer era ir escribiendo un capítulo. Se leía delante del profesor y este hombre serio como perro en bote iba diciendo los fallos y halagando los aciertos. Yo no fui capaz de escribir siquiera el primer capítulo y el hombre se enfadó conmigo. Y yo me fui tras oír los comienzos de varias novelas de mis compañeros.

Me vendría bien tener un experto al lado que fuera leyendo mis avances novelísticos pero creo que soy yo mi mayor crítico.

¿Qué clase de novelista sería yo si no viera yo cómo debía ir mi  novela?
Leer una novela es olvidar tu vida un rato.

martes, 6 de diciembre de 2016

Íbamos mi hermano y yo caminando hacia la hamburguesería y se estableció un diálogo sobre el polimorfismo humano: o sea, que no hay dos caras iguales en el mundo. Yo le pregunté a mi hermano si esta cuestión es un misterio para la ciencia. Mi hermano me contestó que los osos también son polimórficos. Yo creo que hay una inteligencia superior sobrevolando todo lo que hay en el mundo. Luego hemos hablado de lo que supone el misterio del cerebro para la ciencia y mi hermano dice que nunca averiguará el ser humano qué es el cerebro pues es como un universo que llevamos sobre los hombros. Luego mi hermano se ha lanzado a hablar de Comte y de Ehkart. Comte no supo explicar por qué oímos o porque vemos. La esencia de los sentidos. Y Ehkart se aproximó diciendo que hay una conciencia superior que nos hace ver, oír, sentir en suma y pensar.
Está claro que el sexo está en la cabeza, en la mente y que si no es la mente la que excita al órgano, el órgano no da señales de vida. Si todo está en el cerebro, ¿qué es el alma?
En la Edad Media se creía que se pensaba con el corazón.
Nos hemos vuelto más lógicos y menos sentimentales pero el sentimiento sigue ahí.

Piensa y harás; siente y llorarás.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Leyendo la novela "César o nada" de Pío Baroja veo que sale en ella un  personaje que se llama Carlos Yarza, que ha estado en la comuna de París y en los acontecimientos de Cartagena. He leído algo de la comuna en google y resulta que fue el primer ensayo de la dictadura del proletariado. Es curioso que las mujeres tuvieron un papel principal. Se abolió la guillotina, se condonaron deudas y alquileres y la Guardia Nacional, formada por el propio pueblo, tomó el poder. Fueron famosas las pretolouses, mujeres que quemaron un montón de símbolos y edificios de los Napoleones. De Cartagena habla un libro de Sender que se llama "Mister Wit en el cantón" y va de la declaración de independencia de esa ciudad del Estado español.

Estos episodios de toma del poder del pueblo fueron sofocados con una dureza brutal, no fuera que se unieran más ciudades al reparto de bienes y cancelaciones de deudas.
Carlos Yarza fue pues un testigo de dos intentos de rebelión del llamado asociacionismo que hubo en el siglo XIX en Europa.
Ahora parece que el 15 M cumple esa función asamblearia.

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