Ya hemos venido de Gijón. Gijón es una especie de capital de todos los pueblos de alrededor, mineros pero ya sin industria ni minas. En Gijón me compré un libro que se titula "La vida negociable" de Luis Landero que es la historia de lo que se llamaba antes un randa; o sea, un elemento; o sea, un indeseable. La visita a Gijón y ver gente y gente y gente desconocida todo el rato me ha dejado una impresión en el cerebro y en el sentimiento de que los humanos somos como una epidemia así como bichos o cucarachas. Todos vestidos casi lo mismo, todos haciendo las mismas cosas a las mismas horas, todas ya casi pensando las mismas estupideces. Me daba miedo convertirme yo en una cucaracha como Gregorio Samsa. Menos mal a la compañía que me ha hecho mi hermano con el que he compartido conversaciones muy sabrosas sobre la vida y sus milagros y sus miserias.
Eva es ya algo que debo olvidar y pasar página. Lo tengo cada vez más claro.
No me he leído el libro de Grossman "La vida fluye". Lo tengo que entregar porque no voy a poder leérmelo ya que estaré en el pueblo. Estaba yo con la introducción.