La vida, quizás, es como una precipitación. Caemos al mundo y luego el sol nos seca y nos evaporamos.
Pero mientras, nos es dado fructificar en algo útil. Unas personas son pacifistas y luchan por la paz. Otras, son enseñantes y luchan por la educación. Otras, las que más abundan, luchan por la paz en el seno de la familia, educan, limpian, dignifican un hogar.
Todas las amas de casa llevan tras de sí una estela de labor bien hecha.
Y las mujeres de hoy también trabajan. Los maridos de hoy deberían saber y pringarse en barrer, cocinar, educar a los hijos, dignificar un hogar.
No es tarea fácil llevar una casa, exige grandes esfuerzos y sacrificios. Que sea de los dos la tarea, no solo de la mujer.
Yo sigo con mis novelas mientras cocino, limpio y doy a los rincones de la casa el escobazo necesario.
Ojalá mis escritos tuvieran lectores algún día. No sé si sería feliz pero se habría cerrado un círculo.
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