Las aguas turbulentas del río llevaban en su seno todo tipo de vegetación, rocas y demás restos del aluvión que nació en la sierra. Cuando llegó el río al valle, todo ese tipo de elementos vegetales y minerales se fueron al fondo y los peces empezaron a olisquear un nuevo ambiente fluvial cercano al barro y a las piedras que había antes en el lecho.
Cuando sucede un episodio donde la mente se remueve con ideas, con sentimientos o con heridas nuevas, es como una lluvia torrencial que cae al río, revolviendo todo el caudal inicial y creando uno nuevo que no se sabe qué curso seguirá o cómo se llenarán las entrañas de ese bloque acuoso, si de un burro despanzurrado muerto o de alguna gallina ahogada o una roca tremenda que cae de la orilla, desprendida por el agua.
Así yo, que estos días se me ha arremolinado en la cabeza un montón de ideas, sentimientos hacia los demás, locuras, nerviosismos y sin comerlo ni olerlo, ya tenía el insomnio encima, las ideas que se me introducían en la mente sin yo quererlo, las obsesiones, las historias inventadas en los recovecos de mi cerebro sin poder yo impedirlo. En fin, una pequeña psicosis.
Y luego me he recuperado y por fin he podido pensar con claridad, gracias a Dios.