martes, 15 de octubre de 2024

 Esta mañana ha sido pesaroso salir a la calle a por el periódico. Poca gente y esa gente con cara de negarse a la vida, de dolor del despertar tras la noche durmiente. He visto a un amiga y un montón de recuerdos me ha transmitido esa ligera conversación con ella. Un grupo de gente a la que estaba yo unido ha resurgido de repente. La luz era escasa esta mañana, estaba todo nublado. He leído el diario por encima, muy por encima, y he vuelto a casa. Paco no estaba. Habrá ido de paseo. Nadie quería ser el río, nadie quería ser la muralla, nadie es la ciudad. Por las aceras limpias de odio queman sus días los impedidos, los locos y los que ya han perdido la ocasión de vivir.

Se arruga el animal que lo simbolizaba todo,

ese león oscuro contra el viento.

lunes, 14 de octubre de 2024

 Se hace el milagro del blog escrito. Poco a poco, surgen ideas, no muy nuevas, no muy espectaculares porque nada hay de nuevo ni espectacular en mi vida. Yo solo puedo aportar alguna idea que he leído, que he oído en la radio, así, de refilón. El otro día oí en la radio una idea sobre la vanidad de las cosas terrenales. No me acuerdo de las palabras precisas pero sí del ambiente que querían mostrar esas palabras. El viajero, ¿qué ve? El médico, ¿qué cura? y el escritor no escribe nada que no sea pasajero, mendicante de reconocimiento vano, estúpido muchas veces, digno de ser olvidado. Y así todo lo que hay en la Tierra. Todo pasa. Las generaciones que vendrán nos olvidarán. La hermosura, el estilo en el vestir, etc. Todo pasará. Lo que no pasará es la generosidad que hemos tenido con los demás pero eso es algo que algunas personas ni saben ni pueden permitírselo.

Algo innato es la generosidad.

Sea innato o aprendido, es bonita la generosidad.

 En la cabeza está todo, dice Jaume Blensa. Es un escultor que ha salido este domingo en el semanal. Es verdad. La parte más importante del ser humano está sobre los hombros. De allí sale todo. El hambre, el deseo sexual, el caminar, los sentidos... salen del cerebro. Yo tengo un cerebro ofuscado, mal encaminado si no fuera por las pastillas que me tomo. Tengo preocupaciones vanas, insidiosas, correosas pero debo apartarme de esas ideas que no conducen a nada. Los ríos fluyen, las esculturas sufren las incontinencias atmosféricas en sus peanas, yo no sé si fiarme de algunas personas tóxicas y el sol hoy no aparece en la ventana pero tampoco llueve. Nunca llueve. Los mendigos se refugian en el puente roto y mi barrio sufre la epidemia de las gentes que vagan a por la compra, a por la charla amena, a por el amor de otras gentes. Quisiera ser unas cuantas flores que adornaran las tabernas.

El avestruz en su estómago tenía cinco duros de plata.

¿Qué será el estómago?

Está uno bien, sin melancolías, sin tristezas injustificadas, sin rumiar siempre lo mismo. Tengo barriga y he de quitarme ese peso de encima, nunca mejor dicho. He leído en el diario que ayer hubo una manifestación por lo del precio de la vivienda. El gobierno no quiere que este movimiento se transforme en otro 15M. Es abusivo lo que se cobra por una mísera habitación, pero todos quieren vivir en Madrid capital. En Móstoles quizás la vida sea más barata, así como la vivienda. Los manifestantes iban moviendo sus llaveros, en simbología clara a la posesión de una casa, que es un derecho, no un negocio. Y así van pasando los días. Uno se levanta, acude al periódico, lee, fuma y hace el oso por casa. Voy a beber agua.

Aquí que es lo que pasa

que nadie tiene casa.


domingo, 13 de octubre de 2024

 Aquí ando despacio como pide el domingo. Hay gente que se queja del trato recibido. Hay otra gente que piensa y suma. Sale a deber. Pero perdón hay al desagradecido. No hay pájaros en el cielo. No nos dejemos tomar el pelo por arrogancias mentirosas. Y cansa ya esta actitud absurda. Valeo. Tu valeas.

sábado, 12 de octubre de 2024

 Doy un bostezo largo y me desperezo mentalmente solo para decir que el sábado está en otra parte. La gente ha salido en masa hacia no se sabe dónde. Ya es costumbre en la ciudad largarse en cuanto llega un puente (creo, no lo sé seguro) que la fiesta del sábado la han pasado al viernes. De todas maneras, solo nos hemos encontrado con un hombre pequeñito, tan pequeño que es como si no nos hubiéramos cruzado con nadie. Vaya paseo más solitario Paco y yo. Las ratas transmiten asco nada más de verlas y claro, las quiere uno muertas. Qué desdicha ser rata en este mundo. Qué poca gente quiere a las ratas, si hay alguien que las quiera. En fin, hemos dado un paseo, he bostezado, la vida sigue como en carrusel que no para. Y otra muñeca chochona!!!!!!

Los tronchos del fuego chillan horrorizados.

Los troncos de la vida son como niños.

 Los pulpos son siniestros según un estudioso de Harvard. Las algas y esas cosas viscosas se pegan a los costados de la gente y les provocan aprensión y otras cosas peores. La gente ya está muy lejos de mi ámbito, de mi portal, de mi cuerpo alrededor. La gente ha regañado, está confusa y enfadada y no quiere hacerse presente. La gente come a oscuras aunque sea mediodía. La gente anda de allá para acá y no se la ve, no se la nota siquiera. Parece una lombriz que se metiera bajo tierra. La gente tiene un perímetro, una zona, una oscuridad que quiere preservar para siempre ya, enfadada ya para siempre. La gente es terca, bronca ya para el tiempo en que nos conozcamos. La gente obliga a los demás a ser cautelosos y feos, malos y sinvergüenzas aunque no lo seamos.

Me gano el sudor con este pan tan duro.

Que de corteza parece de una encina.