Hay una palabra francesa que se dice flaneur. Flaneur es el que va andando por la calle viendo y y oyéndolo todo sin interesarse por nada en concreto. Yo hago mucho de flaneur por las aceras llenas de ese virus enorme que se llama gente. Pasan ancianos por las aceras, pasan mujeres rimbombantes, no tan rimbombantes como podría haberlas en el barrio de Salamanca, pero sí orgullosas de sí mismas. Pasan jovencitas, pasan personas como dolores, pasan viciosos del café, de la droga y el alcohol. Pasan compradores de pan, pasan quizás artistas desconocidos del gran público. A lo mejor, pasa algún escritor como yo que esconde sus escritos a la gente, no los publican. Y pasa el tiempo, ese gran dios que lo permea todo, que lo cruza todo, que lo posibilita todo.
EL PROFESOR
viernes, 12 de diciembre de 2025
Yo me pongo una inyección mensual de un medicamento para mi enfermedad mental. Y cada vez que voy, hay un enfermero o enfermera nueva. El último que me pinchó dijo que la inyección, o inyectable, como dicen ahora, hay que ponerla donde la espalda pierde su casto nombre. Y me la pone agachado y con las palmas de la mano apoyadas en una camilla. Una posición un tanto indecorosa, con él detrás. Y volviendo a eso de la precariedad laboral en la seguridad social: ¿es que no pueden hacer fijos a los médicos y enfermeros? Es una situación mala para todos, para los pacientes y los sanitarios. Es una situación de inestabilidad, de pérdida de confianza, de precariedad laboral. Me recuerda a cuando yo fui interino. Dando mil vueltas por todos los institutos sin hacerme fijo.
Hoy sí tengo ganas de escribir. Y escribiré sobre la palabra misma. Nos dijo una profesora que en el Polo Norte existen 10 palabras diferentes para decir nieve. Normal. Lo que no creo es que tengan una palabra para decir girasol. Y es que en el Polo Norte no hay girasoles. Pero con esto de la globalización y el deshielo de la placa del casquete polar, todo puede ser. Otro día hablaba yo de religión con uno del pueblo. Lo poco que se puede hablar de religión con uno del pueblo pues son muy reacios a tratar estos temas. Y dije yo que los milagros existían pues si no, no habría palabra para designarlos. Si existen las mesas, existe la palabra para designarla. Y luego le dije: ¿por qué dices tú san Antonio y pones el san delante? Si no hubiera santos, dirías Antonio, Roque etcétera, a secas. Le dejé pensativo sobre el uso de las palabras que para eso soy filólogo. Y usé las preguntas para que él mismo pensara las respuestas. No a mí, sino a sí mismo.
Por causa de atender a mi padre a sus 95 años, la familia se ha juntado y se ha unido. He tenido por causa del ingreso en una residencia de mi padre, una conversación bastante larga y amena con un sobrino. Hacía mucho tiempo, muchísimo tiempo si no, nunca, que hablaba así con mi sobrino. Hemos hablado de licencias de taxi, de conductores a sueldo, de madrugar por las mañanas, de Carlos el de la Aguedita y de Carencho (vaya motes ponemos en el pueblo). Luego hemos hablado de sueldos, de ganancias, de impuestos. Y nos hemos tomado un café tranquilos mientras tanto. Esto de hablar así, tan largo y tendido es una novedad que espero se repita otro día. La verdad es que noto la familia más unida o que se expresa más. Espero que dure.
miércoles, 10 de diciembre de 2025
Algunas veces en este blog, de forma solapada, me meto con alguien de la familia. Es que me preocupa y me sirve de terapia. Otras veces, hablo de literatura de forma ligera. Otra veces cuento algo de mi propia experiencia. Las letras no hacen daño. Lo que hace daño es la acción, los hechos. Sin embargo, hay una teoría, la teoría de los actos de habla, en la que se postula que lo que se dice hace cosas. Cuando alguien promete algo, se compromete con eso que ha prometido y lo ha de cumplir. Si no, miente. Ya que dice el refrán: prometer y no cumplir es lo mismo que mentir. Cuando un cura dice: os declaro marido y mujer hace algo, casa a dos personas. Esa pareja queda casada. Y si un dirigente dice: declaro la guerra a Lituania, la guerra ya ha empezado.
Ayer me encontré a una amiga de hace mucho tiempo que está como mi hermano y yo; o sea, tiene una enfermedad mental. Y me dijo que se iba a poner a trabajar. El tema salió de refilón, no lo explicó mucho. Esta chica también me dijo un día que iba a hacer marroquinería y nunca lo hizo. También me dijo que había inventado un objeto para sujetar las cartas de mesa y que lo iba a vender en las residencias. Tampoco lo hizo. Esta chica también se iba a ir a Almería. También quería irse a Santander, de donde procede. No creo que haga nada da nada. Todo es marear la perdiz para nada. Pero quizás un día haga algo y, a lo mejor, la caga.
martes, 9 de diciembre de 2025
La sensación de que mi casa está sucia me puede a veces y me llena de impotencia. Pero creo que mi casa no está más sucia que las demás. He estado pasando un rato cada día limpiando algo. La nicotina se queda pegada a los marcos de las ventanas: las he limpiado. He limpiado los cristales. Y la cocina, que es la que más se ensucia, la he repasado una tarde quitando todo lo que podía. No me apetece que venga nadie a limpiar mi casa. Lo que haya que limpiar, lo limpiaré yo o se quedará así como está. Pero me da coraje algunas veces de lo sucia que está mi casa. Aunque, ya digo, estará tan sucia o limpia como otras. Y nadie vendrá a mi casa a algo que puedo hacer yo.